Sunday, May 24, 2009

El diccionario de la amargura

Si Emerson, Thoreau,Whitman y Hawthorne estaban imbuidos en darle trascendencia a nuestra existencia, hubo alguien dentro de esa brillante generación de escritores estadounidenses que se avocó a socavar esa quimera que plantea a un hombre bueno por naturaleza y que si lo dejamos en pleno desfrute de su individualidad el mundo y el universo están salvados, ese hombre se llamó Ambrose Bierce. Nació un 24 de Junio de 1842 en el condado de Meigs en Ohio; fue el decimo de trece hermanos fruto del amor entre sus padres de fe calvinista y a los que se les ocurrió ponerle a toda su prole nombres que empezaran con la letra A. Dice los datos biográficos que los padres tenían un inusual afecto por la literatura, esto debió generar un gran amor de Ambrose por sus padres pero fue todo lo contrario ya que desde la semilla de su puritana familia floreció la misantropía que lo acompañó toda la vida.



Su primer oficio fue el de aprendiz de imprenta tarea que cumplía junto con sus estudios en la escuela pero después de vivir un año con un tío que era abogado en Ohio y con quien aprendió algo de latín, historia y política decide abandonar la escuela y el trabajo y enrolarse a las filas de ejercito de la unión. Fueron cuatro años provechosos en experiencias pero también fueron devastadores para su salud ya que jamás se recuperaría de las heridas que sufriría durante las batallas en que participó. Terminada la guerra se asienta en San Francisco y trabaja como vigilante, dibujante y con más suerte como escritor, así que junta un dinero y se va a Londres de donde regresa con tres hijos y esposa. A los cinco años regresa a Estados Unidos y su estilo irónico y sarcástico causa revuelo, el más célebre incidente es en el que se le acusa de fomentar el asesinato del presidente Mc Kinley con la publicación de unos incomprendidos versos. Mientras tanto su familia se derrumbaba, uno de sus hijos que era medio delincuente muere con diecisiete años en un incidente abaleado por una mujer y dos años después del luctuoso hecho descubre que su esposa tiene un affaire epistolar con otro caballero y decide divorciarse, además pierde su otro hijo varón casi una década después víctima del alcoholismo.

Publicó cantidad de relatos cortos, artículos en la prensa e incluso poemas pero yo solo he leído su Diccionario del Diablo una brillante conjunto de aforismos desencantados de miles de valores y creencias del género humano, así que si en Lima te cagabas de risa con Sofocleto y te quedabas pensando luego de leer los aforismos de Luis León Herrera es obligatorio que repases este diccionario una y otra vez. Aquí les dejo algunos ejemplos:

Anormal, adj. Que no responde a la norma. En cuestiones de pensamiento y conducta ser independiente es ser anormal y ser anormal es ser detestado. En consecuencia, el autor aconseja parecerse más al Hombre Medio que a uno mismo. Quien lo consiga obtendrá la paz, la perspectiva de la muerte y la esperanza del Infierno.

Futuro, s. Época en que nuestros asuntos prosperan, nuestros amigos son leales y nuestra felicidad está asegurada.

Idiota, s. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial de pensamiento o acción, sino que “satura y regula el todo”. Siempre tiene la última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de la opinión y el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.

Dinero,
s. Bien que no nos sirve de nada hasta que nos separamos de él. Indicio de cultura y pasaporte para una sociedad elegante. Posesión soportable.

Amor, s. Insania temporaria curable mediante el matrimonio, o alejando al paciente de las influencias bajo las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas otras, sólo se expande entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y comen alimentos sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal, aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo.


Post Scriptum :



Ambrose Bierce con 71 años más asmático y adolorido que nunca, decide viajar a México para ser testigo y soldado de la revolución de Pancho Villa, dicen que en una de sus últimas cartas fechada a finales de 1913 escribe : “ ¡Ah! Desaparecer en una guerra civil ¡que envidiable eutanasia!”, hasta hoy no se tiene pista si realmente murió en guerra o de amargada vejez y menos se sabe nada de su cadáver

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