La verdad sobre la prematura jubilación de Harvey se la llevo él a la tumba en 1996, lo que sí sabemos es que a pesar de sus indiscutibles fallos, tiene un excelente guión que sirvió de inspiración descarada a gente como George A. Romero y Night Shymalan, que dicho sea de paso tienen uno o dos logros notables en sus carreras pero que a diferencia de Harvey carecen de vergüenza.
La reflexión es que la cualidad de clásico nunca es instantánea, esta categoría debe ser madurada con el tiempo y algo perturbador es que no necesariamente está ligada a las excelsas cualidades de la obra en si. Mas bien, varios factores exógenos la ponen en nómina de artefactos de culto. Preocuparnos sobre cuáles son esos agentes sociales y estados anímicos son misterios mayores a los que la misma obra te plantea.
He aquí una muestra del descuido con que se arruina una escena que pudo ser una joyita. La protagonista entra en trance y empieza a interpretar una envolvente y opresiva melodía con el órgano de una iglesia. El desafortunado detalle es la asincronía entre las manos y pies de la intérprete con respecto a lo que vamos escuchando. Imperdonable.
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