Saturday, September 11, 2010

Las crónicas del dolor.

Si hay quejas sobre el manoseo vulgar del cine vampírico, pueden imaginar lo que se ha hecho con el cine de zombies.
Andrew Parkinson en 1998 hizo su debut con “I, Zombie. The chronicles of pain “y rescató con brillantez el género al que George Romero se le atribuye la paternidad.
La película es expuesta como documental, crónica y los debidos toques de horror que le son inherentes a su clase. Esto va a producir que al final te des cuenta que este es un film de carácter existencialista, cosa de admirar ya que los zombies son seres descerebrados y desprovistos de cualquier sensibilidad.

El argumento es más o menos como sigue. Mark es un aplicado botánico que está en busca de un Ph.D. (que son iniciales de: doctor en filosofía). Un día, en medio de un campo a las afueras de Londres descubre los restos de un auto semi destrozado y muy cerca ve una casa a la cual se dirige. Es en esa circunstancia que se encuentra con un hombre muerto y una mujer que se retuerce y que muestra signos en su cuerpo de una rara enfermedad. Cual buen samaritano trata de calmar a la enferma y decide tomarla en sus brazos y llevarla a un hospital. A pocos metros la mujer le muerde el cuello y él desiste de su buena acción. De ahí, trata de volver a su auto, pero poco a poco va a sentir que está languideciendo.

Tres semanas van a pasar desde ese hecho. Tiene recuerdos confusos de sus acciones durante esos días, pero la sombra de una serie de crímenes azotan su conciencia.
Sarah su novia por otro lado decide reportar la desaparición a la policía. Ella sabe de la obsesión y disciplina que Mark profiere por sus estudios, pero eso jamás había llevado a la pareja a estar separados de esa forma. La policía se encuentra desconcertada y con muy pocas pistas que puedan ayudar a encontrar a Mark.

Mark ha decidido ocultarse, aislarse y para ello renta un nuevo piso en Brighton. Sabe que ha sido infectado por una rara dolencia. Y es consciente que los espasmos que sufre cada cierto tiempo son el clamor de su cuerpo por alimentarse de carne humana. Mark decide registrar a través de una grabadora y ciertas notas la evolución de su enfermedad y la repúgnate forma de aliviar sus malestares. Finalmente su cuerpo es presa de irremediables signos de descomposición y el poco de conciencia que le queda únicamente le sirve para reconocer que ya no es más digno de seguir con vida y que el dolor causado por su cruel decadencia física no es nada en relación a las heridas más grandes están en su alma. Esa noche decide intentar –nadie sabe si con éxito o no- suicidarse inhalando con ánimo liberador la botella de cloroformo que lo acompañó todo el tiempo para atacar a sus víctimas.


Es difícil encontrar material de Andrew Parkinson. No he podido leer ninguna entrevista, ni hacerme de otros trabajos de él.
I, Zombe es un película de bajo presupuesto casi perfecta, digo casi por que existe una escena en particular que me resulta chocante, casi de mal gusto, me refiero a aquella en que Mark se está masturbando y… mejor vean la cinta.
Para terminar, la música del film es muy buena pero lamentablemente los créditos a la misma son casi inexistentes.


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